Poco después la danza trasciende más allá de la tarima fusionándose con el numeroso público presente que colmaba el aforo del ateneo.
Su casi levitar en el medio matural de la bailarina se transforma en firme pisada concluyente y resolutiva cuando de reivindicar los derechos de la clase trabajadora se trataba.
Esta armoniosa firmeza dejo claro el papel de explotados en justa lucha por la parte proletaria y el papel de explotador de la oligarquia imperante en su cruel postura cargada de desprecio por lo justo.
La grácil y contundente Mayaymara dio todo un recital gestual de buen hacer y marcó a fuego su mensaje: ¡LOS DERECHOS SE CONQUISTAN, NUNCA SE REGALAN!
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